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Las claves de una CEL

¿Qué diferencia a las comunidades energéticas de otros actores tradicionales?

Propósito: Los ingresos y beneficios de estas actividades se destinan principalmente a proporcionar servicios y beneficios medioambientales o socio-económicos a los integrantes de la comunidad local o al área local.

Propiedad y control: los integrantes del proyecto (ciudadanos, empresas micro/pequeñas/medianas o autoridades locales) participan y ejercen el control estratégico y de dirección de la comunidad energética.

Gobernanza: la toma de decisiones internas está basada en gobernanza democrática, asegurando que la “autonomía” de la comunidad se mantenga. Adicionalmente, las comunidades energéticas se prestan a colaboraciones público-privada-ciudadanas, modelo de gobernanza aún poco desarrollado en España

¿A qué retos se enfrentan las comunidades energéticas debido a sus diferencias con otros actores del mercado?

  • Dificultad para recaudar finanzas por adelantado de los ciudadanos, pymes o autoridades locales.
  • Falta de marco normativo definido.
  • Depender de voluntarios y profesionales de otros sectores diferentes al energético.
  • Escasa experiencia para resolver barreras administrativas para acceder al mercado.
  • La falta de proyectos hace difícil la participación en licitaciones.
  • Existe una complejidad a la hora de usar la gobernanza democrática y estrategias de relaciones locales.

El protagonismo de los usuarios para gestionar su propia energía

Estas comunidades son entidades jurídicas de participación totalmente voluntaria y abierta, donde el control efectivo lo ejercen miembros que pueden ser personas físicas, pymes o autoridades locales. El objetivo social por el que se rigen será ofrecer beneficios energéticos a la comunidad, de los que se derivan también importantes objetivos medioambientales, económicos o sociales hacia los miembros de la comunidad o de la localidad.

Las Comunidades Energéticas son organizaciones donde los miembros que forman parte se implican de manera directa en la planificación e implementación de las medidas que llevarán a cabo para la implantación de energías renovables en la producción, consumo y/o comercialización de energía eléctrica, térmica (calefacción), mecánica o combustible (biogás), así como en el desarrollo de medidas de eficiencia energética o de movilidad sostenible. Las comunidades utilizan, además, los recursos locales que tienen a su alcance y de los que pueden disponer (energía eólica, solar, biomasa, etc.). Con ello consiguen ser aún más autónomos y disminuir la dependencia de energía externa.

Las Comunidades Energéticas fomentan sobre todo el ahorro energético y contribuyen al desarrollo de la generación distribuida, a reducir enormemente la dependencia energética y cumplir los objetivos energéticos y medioambientales fijados para reducir el impacto medioambiental. ¿Qué más se puede pedir?

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Ventajas y beneficios de una CEL

Las comunidades energéticas pueden llevar a cabo múltiples actividades: producir, consumir, almacenar, compartir o vender energía. Un ejemplo de este tipo de actividades en las que se pueden basar, son el autoconsumo o la generación distribuida, que suponen un factor importante para el ahorro económico de muchas familias, especialmente para las más vulnerables, pudiendo de esta forma hacer frente a la pobreza energética. Además, se evita la dependencia sobre las compañías eléctricas convencionales y se aumenta la competitividad en la industria. Los beneficios ambientales son importantes, con una disminución de la energía consumida, un aumento de energía renovable distribuida o una reducción de los combustibles fósiles utilizados, así como los sociales, con el empoderamiento ciudadano, la creación de empleo local, la creación de un tejido comunitario o la reinversión de los beneficios de la actividad en los aspectos prioritarios para la comunidad. Como podéis ver, una mayor participación de la ciudadanía en el sector energético es crucial para el cambio y refuerza el papel de los ciudadanos y garantiza el derecho de acceso a la energía.

¿Cuáles son las principales actividades que se desarrollan en una Comunidad Energética?

  • Generación de energía que proceda de fuentes renovables.
  • Proporcionar servicios de eficiencia energética (incluyendo, por ejemplo, renovaciones de edificios).
  • Suministro, consumo, agregación y almacenamiento de energía y potencialmente distribución.
  • Prestación de servicios de recarga de vehículos eléctricos o de otros servicios energéticos.

¿Cuáles son los beneficios de la Comunidades Energéticas?

Beneficio medioambiental

En España, el problema de la dependencia energética es muy importante, siendo esta de casi el 70%. Además la reducción de las emisiones y la sustitución de energías por renovables fijadas para 2030 deben cumplirse y aún nos queda un largo trecho para que estos datos se materialicen.  Es aquí donde entran en juego las Comunidades Energéticas, suponiendo un importante cambio en el proceso de transición energética en nuestro país y en el resto del mundo.

Por ello las energías renovables y la eficiencia energética que se utilizan en estas Comunidades tienen esa implicación de “tecnologías limpias” que van a generar calor y/o electricidad sin usar combustibles fósiles y contaminantes. Ofreciendo de esta forma una alternativa limpia, autóctona, segura y cada vez más rentable, además de la gran contribución sobre la reducción de emisiones de gases contaminantes y el impacto negativo del cambio climático. 

Beneficio socio-económico

  1. Reducción de costes y de la dependencia energética: con estas medidas de eficiencia energética se disminuye la demanda energética y con el uso de energías renovables se reduce en consecuencia la demanda de combustibles fósiles. ¿El resultado? Una reducción de la dependencia energética y del coste de suministro energético para la comunidad o localidad.
  2. Facilitación de integración de energías renovables en el sistema a través de la gestión de la demanda
  3. Se fomenta la creación de empleo y se estimula el desarrollo de negocios locales relacionados directa o indirectamente con el sector de las renovables.
  4. Se añade un valor adicional a nivel local, ofreciendo la posibilidad de promover nuevas inversiones en la comunidad.
  5. Gran mejora de las condiciones de vida en las zonas urbanas y rurales.
  6. Mayor cohesión social.
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El itinerario del autoconsumo

Las placas fotovoltaicas empiezan a formar parte del paisaje rural y urbano español; también del empresarial o industrial. Tendencia que ha tenido su clímax en 2021. Porque, a juzgar por los datos preliminares de la Asociación de Empresas de Energías Renovables (Appa), se instalaron en el mercado hispano entre 1.200 y 1.400 MW de capacidad eléctrica asignada a placas solares. Más del doble de los 623 MW del año precedente. Aunque desde la patronal no se establece una línea divisoria nítida entre autoconsumo propiamente dicho y la mera conexión a la red de generación fotovoltaica, su director general, José María González Moya, avisaba hace unas fechas a The Objetive, que se conectaron a la red alrededor de unos 2.965 MW, que sumados a los de autoconsumo, daban como resultado 4.265 MW instalados en 2021. Si bien se encargaba de precisa que aún estaba por definir cuántos MW correspondieron a consumidores domésticos e industriales.

El recorrido entusiasta por el autoconsumo, en cualquier caso, empezó a gestarse en 2018 con la supresión del llamado Impuesto al Sol. Pero sigue atravesando una senda sinuosa de licencias administrativas con sobrecarga de aprobaciones por organismos autorizados y la todavía poco atractiva inversión inicial. La búsqueda de un aminoramiento de los desembolsos de instalación es uno de los focos de preocupación. Para espolear un capital que también es uno de los desafíos del autoconsumo y de los paneles fotovoltaicos a nivel internacional. Con objeto de reducir las tensiones inflacionistas sobre los precios de instalación y generar mayor competitividad. En este sentido, conviene recordar la recomendación que plantea la Comisión Europea de fijar un IVA mínimo del 5% -incluso con exenciones- en instalaciones de uso familiar. Las ayudas oficiales del Ministerio para la Transición Ecológica -a autoconsumo, almacenamiento y energías renovables térmicas- en el ámbito residencial. O los seis programas de fondos europeos que están dotados con 660 millones de euros, extensibles a 1.320 enfocados a servicios y sectores productivos. Con una hoja de ruta que persigue alcanzar los 9 GW de potencia instalada en 2030 de autoconsumo. Sin descartar rebasar los 14 GW bajo un escenario “muy favorable de alta penetración” que se podría crear si, como parece, las grandes superficies se afanan en conquistar este segmento del mercado. 

Asignaturas pendientes, resta en el tintero resolver críticos aspectos :

  • Imperante necesidad del reparto dinámico de los excedentes.
  • Necesaria reserva de cupo de capacidad de evacuación para todos los proyectos de generación distribuida que se quieran conectar.
  • Ampliación del límite de 500 metros entre los puntos de generación y consumo. Aunque una concatenación de instalaciones pueda esquivarlo, subsiste esta barrera para el autoconsumo compartido, figura sobre la que se asientan las Comunidades Energéticas.
  • A falta de una completa transposición de la Directiva UE 2019/944 del mercado interior de la electricidad permanece limitado el papel activo de los usuarios de las instalaciones y el uso de las redes por parte de las comunidades locales de energías renovables.